Sufrimos en particular la confusión de la Iglesia, Madre y Maestra, de la
Palabra Eterna y Clara, azotada por el cáncer del progresismo, donde todo,
todo es tan bueno como su contrario.
Cuánto desafecto hacia Ella genera este estado comatoso de la fe,
perfectamente discernible en quienes por fe harían opciones radicales de vida:
los consagrados.
Muchos de ellos se improvisan como payasos en el
altar, y cuando uno se encuentra con un hermano en crisis, al que antes le
invitaba a acercarse a un sacerdote en un confesionario con la certeza de
acercarlo a la Salvación- ahora no puede hacerlo con tanta naturalidad. De
hecho, se corre el riesgo de enviar a un cordero herido directamente a la boca
del lobo, en vez de acercarlo a un salvador especializado.
Las
iglesias se han vaciado. En esta coyuntura han surgido muchas sectas. Todo el
mundo dice: “Dios está aquí. No está allí. Yo lo tengo”.
Pero “no los sigan”, dice Jesús.
Extra ecclesiam, nulla salus [Fuera de la Iglesia no hay salvación]
Muchos culpan a Francisco de esta debacle y muchos son los que llevan años
acusándole de herejía, cisma y apostasía. Y muchos más son los que violan el
tercer mandamiento, desertando incluso de la Misa festiva. Rechazan el
Sacramento de la Confesión y de la Comunión, porque odian que en el Canon se
pronuncie el nombre del Pontífice al que consideran antipapa, por lo que,
según ellos, en la Consagración del pan y del vino ni siquiera se produciría
la transubstanciación.
Esta locura ha alcanzado tales niveles que
muchos de ellos llegan al extremo de privar del viático a familiares
moribundos, por temor a cometer pecado mortal al recibir un sacramento de
alguien que está en unión con un hereje.
¡Cuántas personas han presentado sus almas a la otra vida sin el consuelo y la
justificación que se derivan de la Confesión y la Comunión, a pesar de que
tenían el deseo de hacerlo!
Incluso si un Papa fuera un hereje,
estaría excomulgado latae sententiae, es decir, no habría necesidad de un
proceso canónico regular. Todo lo que se necesitaría sería una declaración
oficial de quien tiene el poder de hacerlo. No cualquiera, sólo los cardenales
tienen ese poder.
Es por esta razón y por la gravedad de la
condición en la que se encuentran la Iglesia, la fe y las almas, que los
“Aliados de la Eucaristía y del Evangelio” -en colaboración con la asociación
“Iustitia in Veritate”- dirigen humildemente una súplica filial a tres
Cardenales de la Santa Iglesia Romana, conocidos por su fidelidad a la Verdad,
para que determinen y expresen oficialmente una palabra definitiva sobre las
herejías, anteriores y posteriores a la elección al trono petrino, de las que
se acusa al Pontífice reinante, juzgándolo, para que vuelva un poco de orden y
la debida correspondencia entre la jerarquía católica, la Sana Doctrina
bimilenaria de la Iglesia y Su Fundador, Esposo, Soberano y Maestro -Nuestro
Señor Jesucristo- y se proceda por fin expeditamente sobre el camino de la Fe
de todos los tiempos, sin dudas e infidelidades. Les damos las gracias de
antemano.
P S. A continuación, reproducimos íntegramente y en formato PDF la
carta dirigida a los cardenales, que, dada la importancia de la causa,
esperamos que ustedes envíen y hayan enviado en número significativo. Es
posible enviarla a las direcciones de las Excelentísimas Eminencias, incluso
sólo el PDF precedido de las palabras «COMPARTO Y SUSCRIBO la siguiente
misiva, adjuntando el nombre, la ciudad de residencia y la fecha de envío.
Objeto: Súplica filial.
Direcciones a las cuales enviar la súplica:
Cardenal Burke
1)
communications@rlb.us.com
Cardenal Muller
2)
mueller@org.va
Cardenal Sarah
3)
robert.sarah@ccdds.va
Buen trabajo.
Dios nos ayude y se haga Su Voluntad.
Laudetur Jesus Christus
§§§
“SI USTEDES NO HABLAN,
GRITARÁN LAS PIEDRAS “
Acepto y
firmo la siguiente súplica
Nombre …
Ciudad …
Fecha ….
Eminencias
Reverendísimas,
Cardenales L.R.Burke, G. L. Müller e R. Sarah,
Como ovejas que nos consideramos agraciados por seguir en la brecha de la fe,
a pesar de todo, nos sentimos cansados y casi abatidos a causa de continuos
escándalos que no insinúan resolverse, sino que se amplifican en todos los
ámbitos en número y gravedad, sin que nadie ponga freno al desastre espiritual
y moral que nos asedia.
Nos dirigimos, pues, a Ustedes, cuya fe,
sensibilidad y tenacidad en la defensa de la Santa Iglesia de Dios y de su
doctrina conocemos bien, para suplicar vuestra intervención oficial respecto a
la herejía de ciertas declaraciones del Pontífice reinante,
antes
y después de su elección, que a muchos les parece que contradicen y se oponen
a la Verdad Revelada, poniendo así en peligro la salvación de nuestras almas y
especialmente de las jóvenes generaciones.
Nos dirigimos a Ustedes,
Príncipes de la Iglesia, los únicos a quienes corresponde hacer un
pronunciamiento oficial que el confundido y desorientado pueblo católico
anhela, porque conocemos vuestras batallas por la custodia de la fe y la
salvaguardia del orden espiritual establecido a lo largo de los siglos,
columna vertebral y médula de nuestra salvación.
Conocemos vuestras
dudas sobre la licitud de ciertas declaraciones ya pronunciadas y oficialmente
hechas públicas, sobre el tema de la familia, del aborto, de la
homosexualidad, de la sinodalidad y de Vuestro amor al Evangelio, a la
Eucaristía y al repudio de toda herejía.
También sabemos cómo han
caído en saco roto Vuestros intentos y los de otros de corrección formal y
filial, encaminados a la rectificación o a la retractación de los
pronunciamientos jerárquicos más escandalosos. Pronunciamientos que suscitan
serias dudas sobre la adhesión del actual pontificado a la auténtica fe
católica, difícilmente conciliables con su Catecismo.
Nos referimos
a los informados, por ejemplo, en estos artículos: sobre
Abu Dabhi, en
Amoris laetitia
accusato di 7 eresie
y en
Fiducia Supplicans
.
Artículos que resaltan afirmaciones que contradicen
flagrantemente la fe católica y la Verdad Revelada y que han generado mucha
confusión, poniendo en peligro la unidad de la Iglesia y la salvación de las
almas.
Ha llegado el momento, Eminencias, de que estas herejías
sean juzgadas, condenadas y de que se destituya a quienes a menudo se sitúan
en la cúspide y en posiciones estratégicas, como si la tarea de la Iglesia
fuera destruirse a sí misma.
De hecho, en este momento se ven en la
Iglesia incomprensibles excomuniones y reducciones al estado laical, a menudo
infligidas de manera escandalosa, que recaen sobre ministros fieles a la
doctrina y a la moral, mientras que al mismo tiempo se promueven a otros en
cargos cada vez más elevados. Estos últimos, como personajes infiltrados en la
Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana, parecen querer ponerla
patas arriba, mediante una lenta e inexorable metamorfosis que convierta a la
Iglesia de Una en ninguna y en cientos de miles, de Santa en prostituta, de
Católica en relativa y de Apostólica en anticristiana.
Nunca antes
la Santa Iglesia necesitó separarse de las ambigüedades, de la confusión y de
la decadencia moral que atenaza, anestesia y adormece las conciencias del
mundo entero, colocando a las almas en condiciones favorables para la
perdición eterna.
¿Cuántas confesiones y comuniones inválidas y
sacrílegas se hacen sobre la base de afirmaciones erróneas, pronunciadas
contra la doctrina y la moral católicas, incluso denunciadas en los documentos
ya mencionados de Amoris Laetitia y Fiducia Supplicans?
Es evidente
que un pronunciamiento oficial Vuestro autorizado sobre las herejías que se
están difundiendo durante el actual pontificado, que podrían situar al
Pontífice fuera de la Iglesia, daría frutos inestimables en términos de unidad
y de salvación de las almas.
Sabemos que el canon 1404 del Código
de Derecho Canónico establece expresamente que: “La primera Sede no es juzgada
por nadie”.
Pero también es cierto que, frente a esto, San Roberto
Belarmino, Doctor de la Iglesia, en su tratado sobre el Romano Pontífice,
afirmaba que: “Un Papa manifiestamente hereje deja automáticamente de ser Papa
y de mandar, de la misma manera que deja automáticamente de ser cristiano y
miembro de la Iglesia. Por lo tanto, puede ser juzgado y castigado por la
Iglesia. Esta es la enseñanza de todos los Padres antiguos que enseñaron que
los herejes manifiestos pierden inmediatamente toda jurisdicción”.
Las acusaciones de herejía provienen de muchas partes, pero sólo a Ustedes,
Cardenales, les pertenece la facultad de pronunciar una palabra clara y
definitiva sobre la vieja cuestión del valor y la dignidad del actual
pontificado.
Esperamos con urgencia vuestro pronunciamiento,
queridas Eminencias, mientras imploramos una poderosa intervención divina.
Somos
la Iglesia militante y queremos aportar nuestra contribución, haciendo todo lo
que esté en nuestras manos para defender la Fe y la Verdad, contra las fuerzas
anticristianas que querrían desintegrarla.
Todos y cada uno de
nosotros seremos llamados a rendir cuentas.
No suplicamos Vuestra
intervención por nosotros, pues deseamos sufrir todo lo que Nuestro Señor
Jesucristo desea de nosotros.
Pero Os suplicamos por amor a Su
Nombre, por amor a Su Esposa, por la salvación de nuestras almas y de las
almas de las nuevas generaciones, que están siendo catequizadas en todas
partes por el mundo por el Maligno y por la carne.
Las nuevas
generaciones corren un gran peligro, Eminencias. Sobre ellas y sobre los
pequeños descansa la más pesada de las Cruces, asumida involuntariamente como
una herencia ya privada de amor, fruto de siglos y siglos de errores y
horrores de los que sólo nosotros seremos responsables.
¿Cómo se salvarán estos jóvenes de la desesperación y de las garras del
maligno, en los tiempos tristes y convulsos en los que vagan perdidos, sin
conocer el Evangelio auténtico y el Amor de Dios por ellos? Quién les
ayudará?
Eminencias, después de las manos de Dios, la Iglesia y
nuestras almas están en vuestras manos. Demos Gloria al Señor y a María
Santísima, Nuestra Reina y Abogada, para que siempre sean alabados y nos
bendigan, nos confirmen, nos protejan y nos salven. Amén
Con filial
gratitud, en el mes de la Preciosísima Sangre de Cristo
Los Aliados de la Eucaristía y del Evangelio en colaboración con Iustitia
in Veritate
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Sábado 13 de julio de 2024
(Aniversario de la Tercera
Aparición de Fátima)
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Contacto:
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Publicado originalmente en italiano por
Marco Tosatti
el 13 de julio de 2024, en
https://www.marcotosatti.com/2024/07/13/se-non-parlerete-voi-grideranno-le-pietre-supplica-filiale-ai-cardinali-alleati-delleucarestia-e-del-vangelo/
Traducción al español por: José Arturo Quarracino
Fonte
[qui]
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